El popular dembow ha atravesado los límites del patio y las
esquinas para presentarse en los escenarios más importantes del país y el
extranjero, una muestra de ello fue la presentación de muchos de sus exponentes
en los premios Casandra.

Según manifestó el autor de “Tonto corazón”, el género debe
evolucionar y sólo cuando logre hacerlo podrá ser del gusto y apreciación de
todos.
Para muchos, la pegada de este ritmo es un fenómeno pasajero
y tarde o temprano terminará por desaparecer.
Otros sostienen que ya el dembow está consolidado, que se
adueño del público dominicano y de Latinoamérica desde que sonó el primer tema.
Hay quienes espresan que el dembow no es sólo pista y sonido, es también un
baile que rompió los paradigmas establecidos.
Como los grandes género musicales el dembow ha comenzado a
expandirse, lo que era un fenómeno de Quisqueya ha llegado hasta el Lejano
Oriente. Habría que definir si esto se debe al fenómeno de la migración o a la
velocidad del ciberespacio, lo cierto es que ha llegado lejos.
Como el universo es creciente nuevas estrellas hay en el
firmamento. Los espacios que ayer le pertenecían al Caballo Mayor, a Wilfrido
Vargas, Fernandito Villalona o a La Coco Band hoy han sido llenados por nuevos
astros. El Lápiz, Vakeró, Los Pepes y Don Miguelo han venido a adueñarse de las
bocinas que ayer tocaban una música más rítmica pero menos estridente.
Basta salir a las calles para ver a los jóvenes bailando con
los pies, otros lo bailan diciendo que sí, mientras hay quienes se hacen los
locos para evitar un “teke teke”.
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